Autor: Roberto Fabelo Elisa / roberto.fabelo@jovenclub.cu
Soldier
Ha terminado. Puedo sentirlo. La transición ha sido breve como lo prometieron, pero cala hondo como una quemadura. Signo inequívoco de que existen límites para esto. Aunque no lo hayan dicho.
Todo sigue en silencio a mi alrededor. Aún no me muevo. Necesito esa pausa. Algo que el «Viejo» siempre me reprochó. Piensas demasiado, decía. No te detengas. Fluye. Nada puede decirme ahora. Perdió la última batalla contra sí mismo y no pudo completar nuestro entrenamiento. Pero estaría satisfecho. Prefiero creerlo así.
Reasumo despacio el control total y con eso regresan el dolor, el miedo y otros intangibles poco deseados. Salvo por el rasguño en el muslo estoy ileso. Puedo volver a combatir.
Por el interno reportan que apenas sufrimos una baja. La resistencia no fue efectiva contra nosotros. El Mando tuvo razón al enviarnos.
Recibo un nuevo objetivo. Tengo que avanzar. Dejaré los cadáveres en su sitio. Nada de agruparlos para crear efectos sicológicos en el enemigo. Nunca fui adepto a esas prácticas. Con las heridas, fracturas y mutilaciones será suficiente. Enfundaré la pistola, desactivaré el haz de plasma en mi muñeca y arrojaré por la ventana la cabeza del último adversario. Nada de trofeos por ahora. Pudiera necesitar las manos libres en la próxima escaramuza. Nunca se sabe.
El «Viejo» estaría orgulloso. Sin duda.